Las ánimas son las almas de los difuntos que no pueden
entrar ni en el cielo ni en el infierno, bien por tener pendiente en vida algo
importante o por haber tenido una muerte violenta. Tienen la facultad de volver
a nuestro mundo de múltiples formas: con el aspecto que tenían en vida, como un
animal, manifestándose a través de ruidos, olores, luces, moviendo objetos, ...,
o provocando desgracias si vienen con malas intenciones.; también pueden volver
solas o en grupo, como la Santa Compaña en Galicia.
El paso del mundo de los
muertos al de los vivos es posible en todo momento pero hay determinadas fechas
del año en que es mucho más fácil, uno de esos días es el 1 de noviembre.
Aunque hoy nos parezca que la noche
de Halloween es un invento americano, las
fiestas de los muertos es de origen precristiano y en Europa se convierte
en tradición desde que la iglesia decide, en el siglo IX, que el primer día de noviembre
sea el día de Todos los Santos y, desde mediados del siglo XII, el día 2
se dedique a los Difuntos, cristianizando de esta manera las antiguas
fiestas paganas.
Así pues, la Noche de Animas
se celebra en todas partes y para conocer cómo se celebraba en nuestra comarca,
una vez más, recurrimos a Enrique Satúe [1]
“Un momento cumbre en que el mundo de los muertos interfería sobre el de los vivos era la Noche de ánimas, en que éstas, según creencia popular, vagaban por los caminos.
Violant i Simorra recoge la creencia en
el ámbito pirenáico de que la Vía láctea o Camino de Santiago era una reata de
estrellas o almas en pena. En Serrablo reinaba un gran temor aquella noche: en
Biescas creían que las almas. o bien los difuntos, vagaban por los caminos en
ringlera (filas) y que se dirigian al purgatorio; también se creía en la misma
localidad que aquella noche los antepasados vigilaban la marcha de la
institución de la Casa, de sus miembros, etc. por lo que estos guardaban
especial compostura en su comportamiento y actividades; en Artosilla, durante
la noche de ánimas tocaban incesantemente las campanas a muerto, después de
cenar se rezaba el rosario en todas las casas y al día siguiente se celebraba
la misa de almas, en la que cada familia ofrendaba a los difuntos un cesto
llenos de velas encendidas e hincadas en grano.”
[1] Satúe
Olivan Enrique,1989: Revista Serrablo Año XVII, nº 64, Dinámica Vida-Muerte
en la Sociedad tradicional de Serrablo. Ritos funerarios en Serrablo. pp.3-4
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