El Sábado Santo, el sacerdote de la localidad bendecía los patios de todas las casas.
Le acompañaban los niños que, con cestas como esta, pedían huevos al son de esta cancioncilla:
“Ángeles somos, del cielo venimos,
cestas traemos, huevos pedimos
si no nos dan
las gallinas se morirán”.
Con lo obtenido, el Domingo de Resurrección hacían una merienda todos juntos.
En esta época los huevos abundaban en todas las casas. Además, según los investigadores, este producto simboliza el renacer de la vida, el renacer de la Naturaleza.
Otra costumbre relacionada con los huevos, la encontramos en el pueblo de Aineto donde, el Lunes de Pascua, acudían a la Virgen de Perula para oír misa, bailar y arrojarse tortillas de huevos.
(Datos obtenidos del libro de Enrique Satué: As cabretas).
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