Nuestro museo sigue creciendo y dando muestras de que es una institución viva y dinámica. Desde el mes de agosto de 2009 nuevas salas se han abierto para enriquecer y completar la colección etnológica.
En el jardín se dedica un espacio a la medicina popular, es decir, a los remedios que utilizan las gentes de estas montañas con el fin de sanarse de las enfermedades que les aquejaban. Estos remedios se elaboraban a partir de distintas plantas, con agua recogida de fuentes que se creían que tenían propiedades curativas e incluso con piedras, como la de la localidad de Ordovés.
En esta sala también se nos habla de ritos muy extendidos en la zona y que tienen lugar en la madrugada del 24 de junio, festividad de San Juan, noche mágica por excelencia. En esa noche era costumbre "sanjuanarse" (bañarse) para evitar toda clase de enfermedades a lo largo del año, tanto de personas como de animales, y recoger hierbas como la melisa, la menta, flores de saúco, ruda o malva, rosas silvestres, etc. para componer con ellas el ramo de San Juan que se utilizaría en diferentes ocasiones. Era fundamental recogerlas cuando se encontraban aún mojadas por la rosada ya que tenían la creencia de que el rocío de aquella noche poseía propiedades curativas.
Además de esta sala también se ha inaugurado otra dedicada a la indumentaria y que se situa contigua a la de artesanía textil, en la primera planta. Así en tres nuevas vitrinas se recogen las prendas que vestían en la zona hombres, mujeres y niños. Destacan las faldas, un colorido monedero o unas llamativas alforjas procedentes de la localidad de Belarra. Recientemente se ha incorporado a la colección un mantón de manila.
Por último, el tercer espacio abierto es la buhardilla que recrea como era antes la falsa de una casa pirenaica: un verdadero almacén donde iban a parar los trastos viejos, los que se empleaban con menor frecuencia o los rotos y es que poco se tiraba pues en cualquier momento un objeto podía volver a ser útil. En esta estancia era frecuente guardar, además, frutas como manzanas o membrillos, arcones con ropa o papeles antiguos.
La visita a la falsa también nos ayuda a entender la arquitectura tradicional y más en concreto cómo se construían los tejados a base de entrecruzamiento de maderos, tablas y una cubierta final de tasca (barro) y losa.
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