La forma de celebrar la Semana Santa ha cambiado mucho con el paso de los años. Como muestra, os traemos algunas costumbres y tradiciones que tenían lugar en estas montañas desde hoy hasta el Domingo de Resurrección y Lunes de Pascua.
Todas ellas han sido recogidas por Enrique Satué en su libro: As cabretas.
Todas ellas han sido recogidas por Enrique Satué en su libro: As cabretas.
Durante la Cuaresma, crucifijos e imágenes de los altares se cubrían con velos para alertar a los fieles del tiempo especial en el que estaban inmersos y para prepararlos para la Pascua.
Las mujeres y los niños se encargaban de reformar el altar adornándolo con trigo que habían cultivado en latas o macetas en las bodegas parta obtener espigas de color blanco.
Las mujeres y los niños se encargaban de reformar el altar adornándolo con trigo que habían cultivado en latas o macetas en las bodegas parta obtener espigas de color blanco.
También se reservaba un espacio en las capillas para el "monumento", con el objetivo de guardar las hostias consagradas para la comunión del Viernes Santo y la de los enfermos. Estos monumentos se adornaban con paños, flores y cirios.
En algunas localidades se iba pidiendo agujas para sujetar los paños del monumento con esta cancioncilla recogida por el SIPCA (Sistema de Información del Patrimonio Cultural Aragonés):
El luto por la pasión y muerte de Cristo se exteriorizaba de muchas formas, así en Sobrepuerto, las mujeres “que principiaban a mociar” ni se peinaban ni se acicalaban. (2012: 502)
En Ainielle los niños recogían piedrecillas para arrojarlas
al cielo cuando, en verano, se formaban tormentas peligrosas.
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